Mi experiencia de vida me ha mostrado que todo cambia y se transforma, muere y renace, que nada permanece estático, y que la muerte forma parte de la vida. Y que lo más importante para ser feliz es amarse incondicionalmente, gozar de una relación satisfactoria con uno mismo y aceptar la vida tal y como es.
Cuando aprendí a quererme y a aceptarme tal como soy, a cuidarme y a respetarme, a valorarme y abrazarme, a acoger las cosas tal cual vienen y a disfrutar de la relación que mantengo conmigo misma, mi vida se transformó. Cogí las riendas de mi vida y empecé a manifestar la vida que mi corazón anhelaba.
Este proceso de transformación personal, que aún sigue latente y presente en mi, me ha regalado la capacidad de acompañar a las personas en el proceso de amarse a sí mismas, aceptarse, y sentirse en paz consigo mismas y con los demás, a responsabilizarse de sus vidas y a ser las creadoras de su realidad. Y lo hago con escucha, integridad, presencia, consciencia, respeto y aceptación incondicional. Para ello, las invito a habitar sus cuerpos, sentir sus emociones, despertar sus consciencias y abrirse al amor, a que se sientan a gusto consigo mismas, sean capaces de construir relaciones sanas y satisfactorias, y aprendan a manifestar la vida y las relaciones que desean.
Susana Ros